hay gente que cuenta historias, otros que las viven. Y otros, que viven para contarlas. Yo soy de las segundas. Y mi gran historia (por el momento!) ha sido Chile, sud América, sus asados, sus risas, sus sentires, sus músicas, sus galpones, y de nuevo, sus risas.
Desde que volví, hace 6 meses, que no puedo parar de vivir al límite, de buscar y buscar el límite. Una gran parte de mí quiere asimilar lo allá aprendido a mi aquí, a mi ahora, a mi casa.
Ahora ya hay dentro de mí notas que activan todos mis sentidos, acentos que me trasladan y hacen soñar, gentes que vienen de la mano conmigo en este viaje sin fin, y de nuevo, añoranza.
Y presente.
Añoranza.
Y presente.
Y vida.
Y detrás de la próxima esquina puede haber una persona para compartir, para sentir, para enamorar. Son caminos infinitos sin fin.
Y los escalofríos se han vuelto constantes,
los bailes, imprescindibles,
las artes, mayúsculas,
algunas aves temporales y otras para siempre, pero siempre aves,
el ver más allá de dos ojos, mi droga,
la naturaleza, mi aliada,
la locura sentida, mi guía,
y las casualidades, causalidades.
A seguir dándole gas,
Webeando ‘po
Dale que la vida son dos días,
VIVINT, i AGRAINT!








